martes, 25 de enero de 2011

Encadenada



La observó durante horas mientras ella dormía

acercó su cara para poder escuchar mejor su respiración y

con una suavidad apabullante, retiró algunos cabellos

que la cubrían el rostro, dejando que la tenue luz del dormitorio

iluminara sus largas pestañas negras.

Acarició su hombro desnudo con la punta de los dedos y

posó sus labios en la clavícula,

hundió su cara entre su cuello y se impregnó una y otra vez de su aroma.

No quería olvidar su olor

Lentamente se alejó de ella sin retirar la mirada de su cuerpo desnudo

Parecía tan feliz cuando dormía, desprendía tanta paz.

Volvió a acercarse la cubrió desde los pies hasta la cintura con una sábana blanca

Dejó su torso descubierto y con las dos manos sobre su espalda

se fundió con ella para nutrirse de su energía

No quería despertarla, no quería despertarse,

detuvo su reloj creyendo que así podría detener el tiempo

la abrazó con todas fuerzas creyendo que así podría retenerla

cerró los ojos, no los volvió a abrir, porque sabía

que al abrirlos ella ya no estaría allí.



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