lunes, 5 de diciembre de 2016

Caricias



Apareció en el momento preciso
y ante esto sólo quisiera hacer un inciso:
"Yo no quiero que te quedes para siempre,
pero si quiero que siempre que estés te quedes".
Porque cuando te rompen el corazón
la única salida que te queda es plantar otro,
regarlo y esperar a ver si crece, como un árbol.
Yo planté el mío, lo regaba cada día,
cuando llegaba la primavera parecía que crecía,
pero en verano se secaba y en el otoño se moría.

Cuando vio su fotografía pensó en voz alta:
"Mírala, es preciosa, como caída de un árbol.
Yo que pasé los últimos años agitando varios
y nunca cayó ninguna."
Ella en cambio se sentía perenne,
como las hojas de una acacia que no se caen,
que únicamente se mueven.
Él siguió agitando su corazón
y ella se dejaba llevar por el interminable halo de su sonrisa
y cada noche le juraba que esa sería su última noche
y cada noche le juraba amor eterno.
Y le volvío a preguntar
- ¿cuántos días nos quedan?
y él como siempre respondió
-aún nos quedan cuatro días

Y bajo las sábanas, sus manos acariciaban su espalda
dibujando formas indescifrables,
como cuando los estorninos dibujan
en los atardeceres otoñales sonrisas de pluma.
Y las caricias no tienen forma
pero sí que tienen sentimiento
y se lo recordaba cada día que se veían,
Y las caricias no tienen alas,
pero también vuelan y también se esfuman.
Porque la piel es de quien la eriza,
jugaban  a las caricias,
de esas que te enderezan los pelos del corazón
y jugaban a perder el turno y siempre tiraban porque les tocaba.

Y hoy me toca a mí, así que tiro porque me toca.